Todos los asesinos tienden a ser reincidentes

Los dos sabíamos que nos haríamos daño incluso antes de
conocernos.

Él gritaba a los cuatro vientos que no quería saber nada
de gilipollas y putas de nuestra generación

Yo no quería nadie que pusiese mi mundo patas arriba.
No quería amantes del amor y el desamor que fuesen todo
pasión y bebiesen cerveza en una copa grande y lujosa. No quería
encontrármelo jugando todo el día sin prestarme atención,
quería que me escuchara y estuviera para mi..

Pero ahí estábamos, queriéndonos sin conocernos,
deseándonos sin habernos dado el primer abrazo y a más de 400
kilómetros de distancia... 
Hay que ser gilipollas.

Expertos en corazones rotos y desengaños, 
nos encontramos un día tan especial como otro cualquiera. 
Un domingo, que es el día que quedan los que quieren seguir quedando.
Sus ojos eran casi tan profundos como aquel momento en el que le vi.
Sus labios, lo primero que supe de él.

Jugamos a parar el tiempo, a ser eternos; y no salió bien.

Quédate muy cerca. Joder, no sabes ni lo que quieres;
ni siquiera sé si me gusta este juego, me lo das todo un fin de semana,
luego desapareces.
Quizá deberías venir a verme, 
quizás ir y gritar a 400 kilómetros de mi oído lo
que los dos perderíamos con esto.

"Que no se te
olvide, todos los asesinos tienden a ser reincidentes..."

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