Él me hace preciosa

Tiene dos brazos de esos que abrazan como si más allá de mí, no hubiera nada; como si fuera a huir y no me dejara; como si yo pudiera, como si yo quisiera huir, qué gracia. Y sus manos; joder, cualquiera en su sano juicio querría perderse al pasear entre sus preciosos dedos infinitos, que por si lo anterior fuera suficiente, encajan a la perfección al chocarse contra los míos. Y si nada de esto consiguiera convenceros, entonces -y solo entonces- mencionaría eso de cuando medio sonríe; que he fundado mi república independiente en las comisuras de las semi-sonrisas que emite en esas décimas de segundo que gasto cuando le estoy besando, porque entre beso y beso, justo entonces mueve los labios. Qué más contaros, si siempre es aquello que necesito; y lo que más me gusta de él, es que de todo lo que es, aún sigue siendo mi mejor amigo. Hasta cuando se enfada, que su boca se transforma y sus ojos pierden la capacidad de mirar directamente a los míos, aunque le estén esperando a medio camino. Así que cualquier día de estos que decide pilotar el avión, igual desaparezco porque me he subido al vuelo con dirección y lugar que él mismo traza; mientras me acaricia a mí o a las cinco cuerdas de esa triste guitarra..
Y eso es todo por hoy, que hoy ha terminado lloviendo -y no me refiero al otro lado de la ventana- porque ahora que lo tengo después de no haberlo tenido durante tanto tiempo; ahora es cuando no me va a quedar más remedio que echarle llorosamente de menos. 

Que soy preciosa dice; me cago en la puta, él me hace preciosa.

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