Lo ví caer
Lo ví caer:
Él había jurado no llorar, no escribir un solo verso más, no pensar un solo instante en su perfección, así que decidió olvidar su nombre como quien se deshace de un mal recuerdo; pero tenía un problema que solo él conocía: era esclavo de sus ojos, adicto de sus manos y de su sonrisa, adicto a las caricias y a las estupideces que sólo ella hacía, un buen apreciador del arte de su cuerpo, un cobarde que no podía vivir sin ella; aunque muy en el fondo de su corazón sabía que no valía ni una lágrima su olvido, pues la cobardía que el mismo había demostrado no merecía el dolor ajeno nisiquiera un pedacito de su devastada dignidad; había jurado no estar triste, había jurado tantas cosas que no podía cumplir. Se derrumbaba con cada canción, con los versos de frases que leía, las cartas del septiembre que estuvieron lejos, de su amor eterno; se prometió la infelicidad con un amor, intentando olvidarla no hacía más que recordarla.
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