Te quiero de una forma en la que tú no tienes la culpa
Por encima de mí pasan todas tus circunstancias como una apisonadora. Y yo me quedo ahí, al margen de tu vida, aplastada como un insecto contra un cristal y me siento diminuta. Insignificante y ridícula, intentando imaginar que esta situación es un bache pasajero en la relación que hay entre nosotros y que, por lo visto, tengo idealizada. Pero no, esto es el pozo del Juego de la Oca. Me toca esperar a que lances los dados. Y te repito que una sola palabra tuya bastará para todas mis heridas, que un abrazo arreglaría todo esto...
Pero tú no te manifiestas. De un tiempo a esta parte a la que hemos llegado estás ausente en los momentos más importantes, en esos momentos en los que te encuentras en la habitación de al lado y yo llevo llorando dos horas y noceres capaz de rodearme con tus brazos. Estás a años luz de mí y de mi vida. Entre tú y yo de la noche al día, surgió una montaña tras el último momento en el que te advertí que esto destrozaria todo lo que tanto nos costó construir. Y yo ya soy mayor para salir a buscarte y aunque no lo fuera, estoy cansada de dar rodeos a esta montaña en la que pronuncio tu nombre y sólo obtengo el eco estéril de mi voz.
Me gustaría volver atrás. En la era previa a tu llegada. No es que fuera más feliz, pero al menos no sentía el vacío inmenso que tengo ahora, por tu presencia ausente.
Si pudiera, seguiría como todas las previas discusiones buscando excusas para autoengañarme y pensar que si no estás es porque no puedes estar. Que si no puedes es porque algo te lo impide. Tus obligaciones, tu otra vida, tu otra historia… en la que yo no pinto absolutamente nada. Pero ya estoy cansada. Para darte prioridad en mi vida y que tu sigas a lo tuyo, he ido poco a poco abandonándome, olvidándome de mí misma, hasta el punto en que no me reconozco al mirarme en el espejo. Mi sonrisa ha mutado en una mueca apática e inexpresiva y mis ojeras son la señal externa de lo sombría que se ha vuelto mi vida.
Te quiero de una forma de la que tú no tienes la culpa.
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