Te quiero de una forma en la que tú no tienes la culpa
Por encima de mí pasan todas tus circunstancias como una apisonadora. Y yo me quedo ahí, al margen de tu vida, aplastada como un insecto contra un cristal y me siento diminuta. Insignificante y ridícula, intentando imaginar que esta situación es un bache pasajero en la relación que hay entre nosotros y que, por lo visto, tengo idealizada. Pero no, esto es el pozo del Juego de la Oca. Me toca esperar a que lances los dados. Y te repito que una sola palabra tuya bastará para todas mis heridas, que un abrazo arreglaría todo esto... Pero tú no te manifiestas. De un tiempo a esta parte a la que hemos llegado estás ausente en los momentos más importantes, en esos momentos en los que te encuentras en la habitación de al lado y yo llevo llorando dos horas y noceres capaz de rodearme con tus brazos. Estás a años luz de mí y de mi vida. Entre tú y yo de la noche al día, surgió una montaña tras el ...