A veces me paro a pensar y me pregunto, ¿por qué escribimos?
Veces lo hacemos por amor, de ese férreo y duro que nos envuelve en la más dulce o cruda realidad, otras veces desde el odio y el rencor, desde el desamor más puro, momento cruel y despiadado que te vuelve humano, otras muchas por embriagadores momentos de felicidad familiar, o incluso por amistad. También existen esas muchas veces que escribimos para olvidarnos de esa realidad que nos invade, para sentirnos mejor, sentirnos comprendidos por algo o por alguien, e incluso para aliviar esa desavenencia mental que tenemos contra el mundo. Existen mil y un millón de motivos que nos incitan a escribir, pero hay uno, que destaca por encima del resto.
Esa vez que sientes un impulso sobrenatural a decir aquello que piensas de una manera diferente, atípica, original. Como un susurro del alma que aborda cualquier pensamiento, cualquier deseo, y que aun a sabiendas, que no llegue jamás a su destinatario, sale por los poros de nuestra piel hasta plasmarlo en el papel.
Ese momento es simplemente, acojonante, y todos, lo hemos hecho.
Veces lo hacemos por amor, de ese férreo y duro que nos envuelve en la más dulce o cruda realidad, otras veces desde el odio y el rencor, desde el desamor más puro, momento cruel y despiadado que te vuelve humano, otras muchas por embriagadores momentos de felicidad familiar, o incluso por amistad. También existen esas muchas veces que escribimos para olvidarnos de esa realidad que nos invade, para sentirnos mejor, sentirnos comprendidos por algo o por alguien, e incluso para aliviar esa desavenencia mental que tenemos contra el mundo. Existen mil y un millón de motivos que nos incitan a escribir, pero hay uno, que destaca por encima del resto.
Esa vez que sientes un impulso sobrenatural a decir aquello que piensas de una manera diferente, atípica, original. Como un susurro del alma que aborda cualquier pensamiento, cualquier deseo, y que aun a sabiendas, que no llegue jamás a su destinatario, sale por los poros de nuestra piel hasta plasmarlo en el papel.
Ese momento es simplemente, acojonante, y todos, lo hemos hecho.
Comentarios
Publicar un comentario