Hay momentos
Hay momentos para querer a una persona, incluso los hay para querer a dos o más a la vez, hay momentos para convertirse en un ser taciturno, para refugiarte en la más extraña de las soledades, hasta para adoptar un curioso complejo de ameba y volverte asexual. Hay momentos para conocer, para disfrutar, para querer, para sentirse querido, para querer gustar y no comprometerse ni a tener una relación afectiva con la vida. Hay momentos para luchar, para mantenerse fuertes, para reír y hacerle una broma a una lluviosa tarde de invierno, para tocar fondo y sobre todo momentos en los cuales sentirse hundido. Hay momentos para llorar (muchos y no todos acaban siendo verdaderos), para ver negro en el blanco y para esperar algo de aquellos que jamás te darán.
Hay momentos, es cierto, mil y un millones de momentos si queremos. Hay fases temporales, estados emocionales transitorios y permanentes, actitudes y conductas que incluso para unos pueden ser cuestionables, deplorables y lamentables, en cambio para otros, motivo de celebración y disfrute. Pero bajo mi opinión, bajo mi punto de vista hay algo que es no es un momento, hay algo que…debería de ser un sentimiento perpetuo, eterno e inalterable, algo tan importante, como amarse uno mismo.
Y eso, no debería de estar jamás en tela de juicio.
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