Cuando estás pasando por un mal momento o por varios a la vez, te das cuenta de que pocas veces tienes de verdad a alguien. Sólo te tienes a ti.Y tú misma eres la que tiene que salir adelante, sola. Porque vale, sí, en ocasiones puntuales tendrás a alguien que te escuche o un hombro sobre el que llorar. Pero el resto del tiempo, estás sola. Y sólo te tienes a ti. Y a esa cabeza loca que a veces te dice que puedes y otras te dice que se rinde. Pero eso es la vida, una lucha constante entre el quiero y el no puedo, entre el puedo y el no quiero, entre el sí y el no, entre la alegría y la pena. Y a veces es muy difícil seguir adelante cuando lo único que ves a tu alrededor es osuridad. Cuando te sientes menos que los demás. Cuando eres la única que llora mientras todos a tu alrededor sonríen. Cuando sientes que el resto lo tiene todo y tú no tienes una mierda. Cuando los ves felices, con sus metas y aspiraciones, cumpliendo sus sueños y tú estás ahí estancada, sin saber cómo salir adelante, sin motivos para hacerlo. SOLA.
Pero llegará un día en el que todo te parecerá más fácil y en el que por fin verás esa luz que tanto ansias. Esa luz que te guíe y te de los motivos que necesitas para darle sentido a tu vida. Y recuerda, que aunque a veces te veas acorralada y creas que no hay salida, y que los problemas parecen no tener solución, siempre, siempre, siempre, acaba saliendo el sol.
Si tengo que pedírtelo ya no lo quiero.
No te voy a pedir que me des un beso. Ni que me pidas perdón cuando creo que lo has hecho mal o que te has equivocado. Tampoco voy a pedirte que me abraces cuando más lo necesito, o que me invites a cenar el día de nuestro aniversario. No te voy a pedir que nos vayamos a recorrer mundo, a vivir nuevas experiencias, y mucho menos te voy a pedir que me des la mano cuando estemos en mitad de la ciudad. No te voy a pedir que me digas lo guapa que voy, aunque sea mentira, ni que me escribas nada bonito. No voy a pedirte que aparezcas en la puerta de mi casa con una rosa como tanto me gustaría. Tampoco te voy a pedir que me llames para contarme qué tal te fue la noche, ni que me digas que me echas de menos. No te voy a pedir que me rías las gracias, ni que hagas el tonto conmigo cuando mis ánimos están por los suelos, y por supuesto, no te pediré que me apoyes en mis decisiones. Tampoco te voy a pedir que me escuches cuando tengo mil historias que ...
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