Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

..

¿Por qué me siento tan insulsamente vacía si no estás tú? ¿Por qué no puedo evitar volverme por si estás detrás? ¿Por qué no puedo dejar de pensar... por qué no puedo dejar de pensarte? ¿De pensar en ti? ¿Por qué me enamoro por la más pequeña estupidez? ¿Por qué el mejor día de la semana es aquel que paso contigo? ¿Por qué no puedo evitar sonreír a tus mensajes? ¿Por qué todas y cada una de tus palabras me llegan tan hondo y se quedan estancadas allí, en el fondo de mi alma? ¿Por qué todo me recuerda a ti, desde lo más pequeño a lo más grande que hay en mi mundo? ¿Por qué cada vez que te veo reír quiero que esa sonrisa esté dedicada a mí, aunque nunca lo esté? ¿Por qué cuando te veo con el móvil quiero que me estés mandando un mensaje? ¿Por qué quiero pensar que alguna que otra canción te recuerda a mí, igual que me pasa a mí contigo (pequeña diferencia aquella de que todas y cada una de las canciones lo hacen)? ¿Por qué pienso que sabes que te miro a través del reflejo del cristal? ¿...
-¿Qué es lo mas bonito que te han dicho? +Mentiras.

Hartémonos de ser bronce

Nunca sé cómo empezar, así que empezaré por el final. Empezaré diciendo que no queríamos irnos, pero nos fuimos, por el mismo camino, aunque desapareció en la noche y me despedí con la mano, sin más. No me di la vuelta a ver si te habías movido, porque sabía que no lo habías hecho (no se oían pisadas, solo tu respiración contenida). Y sonreí. Andábamos a la par, primero el pie derecho y luego el izquierdo. Me fijé porque mi timidez no me permitía mirarte a los ojos como antes. Nos levantamos del banco, sin saber qué hacer. Creo que creíamos que estábamos unidos por un lazo invisible que ataba nuestras lenguas y, cuando nos alejábamos mucho, la cuerda se tensaba y nos impulsaba a juntarnos de nuevo y besarnos (y a hablarnos de todo eso que no se puede hablar con nadie más). Tú aprendías a descifrar mis paréntesis, todo aquello que la gente no da importancia porque está entre dos líneas, y yo aprendía a borrar tus puntos finales. Tú apoyaste tu mano en mi rodilla. No sé si lo hiciste a ...

Un ultimo abrazo

Déjame abrazarte una vez más. Venga, es sólo un abrazo. Pero aviso. Podría alterar todos mis sistemas y podría echarme a llorar, rezando porque no fuera el último. Podría no soltarte en la vida y morir con las yemas de mis dedos acariciando tu pelo. Y podría morir mirando tus ojos, tan enormes y tan llenos de alegría (como la de los niños cuando se sienten mayores. Oh, ingenuos).  Podría meter las manos en tus bolsillos para que no se me congelaran bajo el viento matutino. Podría oler tu aroma como si no quisiera volver a oler otro. Podría robarte el aliento con un beso. Olvida la última frase. Podría sonreír toda la vida con ese abrazo. Podría tomarme la vida con optimismo. Tal vez, y sólo tal vez, podría ser feliz para siempre. Analiza la grandeza de la palabra siempre. No es una broma.  Podrían temblarme las piernas y caerme, y arrastrarte conmigo. Podrías ayudarme a levantarme, extendiendo tu mano como los príncipes en las películas. Yo probablemente la agarraría....

Tus promesas

Promesas, como esas que hacen los gobernadores, como las que se hacen los viejos mejores amigos en los viejos tiempos mejores. Como los "te llamaré" y los "tenemos que vernos" aún sabiendo que eso no va a pasar, como los "para siempre" que él me promete, y que sé que no será así. Como cuando pongo el despertador y digo sólo cinco minutos más. Como el secreto que iban a guardarme, como el te quiero después del revolcón, como el futuro, los tacones, la comida basura, el colegio, los recuerdos, la distancia. Y aquí comienza la historia de amor (porque todas empiezan y acaban de la misma manera): Miradas de reojo, tonteos, frases tontas, fotos, bromas, caricias, un beso, dos, tres... Sonrisas de "vuelvo pronto", la historia de amor cronológica, sincrónica, preparada, con velas y cena romántica que acaban abriendome profundas llagas en lugares que desconozco, cuando duele el corazón, las tripas, la garganta de grit...

Sonrisa en extinción

Ayer vi un chico que sonreía por la calle y no llevaba el móvil en las manos. Sonreía de recuerdos. Sonrisa en extinción.

Sigo cayendo

Muchas veces pienso que en realidad,  lo único que necesitamos es un simple cuerpo con el que soñar,  un cuerpo que ansiar,  y acto seguido permitir que nuestra mente se deje llevar,  que la imaginación ejerza su función,  e invente cualidades.  Pues tú inundaste todos mis espacios  y me llenaste de razones,  juntaste con delicadeza los pedazos rotos,  y fuiste, sin lugar a dudas, salvavidas.  No obstante, cuando me vine a dar cuenta,  estabas vacío,  eras ilógico,  y me habías reducido a partes tan pequeñas, que ni yo misma me percibía.  Mi cabeza te imagino como un bonito lugar en el que quedarse a vivir,  sin embargo, en la vida real no fuiste más que un precipicio,  del cual  sigo  cayendo.

El verano

Puede parecer pecado nombrarle a estas alturas del año, casi ni hemos comenzado, no está permitido pensar en el final, porque no es tiempo para ello. Nuestro querido verano se creó para eliminar las preocupaciones, para tomarnos un descanso y poder admirar todo lo que vamos consiguiendo año tras año. Dicen que todas las mañanas de playa y todas las cervezas a media tarde crean recuerdos que perduran toda una vida. Que sus noches eternas esconden secretos y que los secretos del verano son envidiados por el resto de estaciones. Que el verano no llama a tu puerta, el verano la derriba y te obliga a disfrutar. Dicen que es tan fugaz como las estrellas de una noche de San Juan, pero también dicen que en la brevedad de las cosas está su belleza. El verano se creó para echar de menos, para dar vida a las despedidas y a los reencuentros. El verano se creó por y para el mar. Para hablar con él y que nos aconseje y para que en un baño en pleno julio su oleaje se lleve todas nuestras dud...

Te quiero.

Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría.  Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso.

El camino conmigo

De tu calle al mar solo hay un millar de besos entre esquinas, esquivos de furtivas miradas. De tu calle al mar,  solo hay un apretón de manos, un abrazo infinito, y mil caricias bajo la ropa. Al igual que, solo hay una avenida principal, un cruce de autopista, y un descenso interminable por escalones de tu calle al mar. De tu calle al mar solo hay cinco minutos de coche, treinta de ellos si eliges ir a pié, pero puedes sentir más de una vida, si decides compartir el camino conmigo.