Las carcajadas del Dolor.

“Os miráis a dos metros de distancia. Tú apoyada en la pared con esa bolsa de cosas para devolver y él observando los minutos para el siguiente tren. Os quedáis mirándoos, sin saber qué decir y él balbucea la muletilla de “qué raro se me hace esto”. Instintivamente le abrazas, fundiéndote en un abrazo que dura más de lo que tarda en llegar.  entonces pasan por tu retina todos los momentos que habéis vivido juntos. Os distanciáis un paso. Puedes sentir sus ojos pegados en tu coronilla y su respiración chocando en tu frente. Levantas la cabeza y ahí está, mirándote, pidiéndote un beso con el verde de sus ojos. Ese beso que ansias pero que huele a despedida y eso te repele. Sigues con los pies clavados a dos centímetros de su boca, pero te encuentras a miles de millas de su olor, de su caminar, de sus gestos, de sus palabras, de sus manías, de su sonrisa, de él. Llega el tren y con el te das la vuelta y entonces vuestras risas, las que compartisteis, se convierten inevitablemente en las carcajadas del Dolor.
¿Y ahora qué? Puedes quedarte un par de horas llorando agazapada detrás de la puerta de tu habitación, chillar, lanzar platos, incluso maldecir el momento en que decidisteis comenzar una relación, gritarle al momento en el que decidisteis enamoraros. Pero igualmente el dolor no se desvanece, continúa clavado durante varias horas. Rebobinas la cinta de tu relación, intentando encontrar el error, el fallo que cometisteis. Intentas culparte o echar las culpas a alguien. Probablemente encuentres un culpable pero también es muy probable que no, porque no hay culpable mas culpable que vosotros mismos. Hay relaciones bastante buenas que se rompen, y el motivo no reside en la relación, sino en obstáculos que el destino ha puesto en el camino y que no se pueden saltar. Impedimentos que rompen para siempre lo que podría haber sido una bonita relación duradera. No conozco aún la pócima del olvido, no hay pociones de maná ni de vida que representen la paciencia y el amor, pues las habría usado antes y estaría ahora riendo y abrazando a aquel hombre que ya no es lo que yo creía que era, no absorta en mis propios pensamientos plasmados en la pantalla del ordenador. No sé nada de las relaciones ni del amor, pero sí de sufrir por amor. Paradójico, ¿no? No soy nadie para daros un consejo, ni la más adecuada, pero no dejéis de caminar para que la lluvia os de menos, acabareis empapados y tristemente, con la sonrisa puedes encontrar otra sonrisa que encaje mejor con la tuya que la anterior.
https://www.youtube.com/watch?v=2X43XF8247E

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