No hay arcoiris tan bonito que asome en las peores tormentas, (aunque llegados a este punto no sé si en este momento eres mi arcoiris o mi tormenta), pero no hay uno tan bonito como aquel que deslumbra una sonrisa en tu cara en medio de un llanto de tristeza, como el agujero en las nubes negras que se abre para que traspasen los rayos de sol.
Y aunque estás precioso con tus ojos brillantes en lágrimas y tu voz apagada de tristeza, me muero porque resbalen por tus mejillas y bebérmelas hasta agotar tu manantial de penas. No llores más por favor, que estás precioso cuando sonríes.

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