Quien está al otro lado de la pantalla, es según mis percepciones estéticas el chico más guapo del mundo. Y por alguna razón inexplicable y por mutua mala suerte, nos queremos demasiado como para decírnoslo. Yo era tan solo un objeto más en el desastre de su cuarto, y el pretendía arreglarme en un fin de semana, yo era el túnel al final de la luz y el la entrada (o salida) de incendios. Yo una caprichosa eterna protagonista del "pudo ser y no fue".. Él es como todos pero no se parece a ninguno, los dos enamorados de lo nuestro pero quizá ni él de mi ni yo de él, estar sola no debería ser un plan y es que ya no sé si huir a otro planeta o irme a vivir al tuyo.
Yo con diez haciendo cola y tú con tres tontas esperando que les leas lo que a mi me escribes. No sé si seguir, irme, hacerte un hueco en mi cama, montar un drama, fingir que no nos tenemos cariño, acabar lo que nunca empezó o romper las cartas que nunca me mandaste y las fotos que nunca nos hicimos. 
Jugar al revueltos pero no juntos, tu risa, mis bailes, tu lengua, mis heridas...
Quizá deberíamos prescribir como un delito y hacer como que aquí no ha pasado nada y conformarnos con la versión doblada y subtitulada de la peli que nos estamos montando y temblar al imaginarnos escribiendo en la espalda del otro, o tal vez aun ahora podamos disfrutar el uno del otro sin pensar demasiado en qué pasará después.


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