Pero no.
No puedo decir que no me avisaste, estaba escrito en tus manos, maldito tacto que me hacía sentir las yemas de tus dedos paseando sobre mi piel.. También estaba redactado en tus ojos, esos ojos color café que me hacían adentrarme en un espeso mar azucarado y amargo a la vez, que por desagradable era adictivo. Tu boca, que hacía sonar esa canción llamada palabras que salían y se adentraban lentamente hasta el fondo de mi alma, pero no vamos a olvidar la sonrisa, esas pequeñas perlitas color hueso que poseían esa colocación perfectamente imperfecta. Pero lo que más me gustaba de ti era tu transparencia, siempre sabía por donde ibas a salir, siempre sabía que estarías ahí para mi, pero lo que no sabía era que ibas a adentrarte tanto, que ibas a ocupar cada espacio de mi alma, que ibas a llenar de recuerdos el pedacito rojo que encontraste por corazón, gracias, muchas gracias por estar ahí cuando te necesitaba, pero ahora siento que hablo sola, siento que ese mar ya no es ni dulce ni amar...