Es tan sencillo decirlo, tan difícil realizarlo, tan fugaz puede llegar a ser el instante que una pequeña sonrisa ocupe su cara... Desde ese preciso momento se vuelve especial; cada vez tu corazón late más y más fuerte y tú sabes que en tu cara se coloca otra sonrisa también, alomejor no es por la misma razón por la que se sitúa la suya, pero sin duda estás segura de que se ha colocado ahí por algo, aunque solamente sea por haberle visto sonreir, por haber presenciado todo ese rato que se te ha pasado como una milésima de segundo. Pides más, quieres más, deseas más, todo te parece poco, todo se te queda corto a su lado... Y es que con ese simple gesto que sabes perfectamente como lo realiza porque tienes grabada en tu cabeza esa imagen suya agachando su cabeza, mirándote disimuladamente y moviendo lentamente la comisura de sus labios; esa es, exactamente, la sensación que sientes cada vez que recuerdas ese momento, y aunque te cueste, vuelves a sacar esa sonrisa tonta de la misma maner...