Méh
A veces pienso que ojalá hubiese nacido sabiendo muchas cosas, con muchas ideas claras y muchas cosas ya aprendidas desde antes y lecciones superadas, especialmente de cara a la adolescencia. Ojalá me hubiese quedado con todos los consejos de mi madre, de mi abuela, de mis tías y de las madres de mis amigas. En definitiva, los consejos de mujeres que ya habían cometido los errores que yo iba a cometer y eran la voz de la experiencia. De todas las mujeres más sabias que yo que en ese momento de arrogancia taché de ignorantes. Ojalá les hubiese hecho caso y me hubiese repetido, sólo de vez en cuando, que me aceptase a mí misma. Que me gustase. Que me mirase al espejo y me quisiese un poco más, que me viese bonita, que me gustase mi peinado, que mi sonrisa me deslumbrase, que antes de salir me dieran ganas de decir "mundo prepárate que allá voy yo". Suena fácil pero por desgracia a muchas nos ha costado llegar a ese punto. Y hasta que no llegas a él no te das cuenta de toda la diversión que te estabas perdiendo, o aunque seas consciente no sabes como arreglar el problema.
A mi nadie me lo dijo tal cual, nadie me dijo que si yo no me aceptaba a mi misma los demás no iban a hacerlo por mi, que si yo no me veía bonita los demás tampoco lo harían, que si yo no estaba preparada para el mundo, el no estaría preparado para mi. Quizás también fue porque yo no lo pedí, algo un poco estúpido que necesitando las palabras tengas que pedirlas, algo que me a servido tantas discusiones y tanto ayudar a la gente que me rodea con sus problemas me a llevado a aprender que las cosas que uno mas necesita oír son las mas difíciles de decir y sobre todo, y sobre todo, que se me da muy bien ayudar a los demás en sus problemas, darles consejos y al final todo sale bien, y vuelven a pedirme ayuda, pero esto me a servido para darme cuenta que aunque ayude mucho a la gente, la que necesita ayuda soy yo y también que hay que reír más. El doble. El triple. Hay que mirarse a una misma y hacer lo que realmente queremos, no lo que demás esperan de nosotros, nosotros vamos primero, los demás dan igual, ellos nos dicen que tenemos que querer a los demás pero se les olvida mencionar que, para hacer eso correctamente, tenemos que empezar por el principio: queriéndonos a nosotras mismas primero.
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